jueves, 24 de marzo de 2011

La casa encontrada, Poesía reunida (1979-2010), de Roberto Raschella

XXV

Son los hermanos. Ellos nos llaman
desde el fundamento mismo de las familias:
es el misterio de los destinos diversos
del hombre y la mujer semejantes,
el juego de la razón y sentimiento,
de violencia y bondad, de azar y
voluntad. Hermanos, separados
por el espacio que deviene siempre tiempo, 
después de dolorosa infancia. Hacia ellos
partimos tú y yo, una y otra vez, hacia ellos,
hacia el origen -me contabas,
me contabas de la abuela silenciosa
enloquecida del frío que llevaba
en las vísceras como la oscura revelación del crimen
contra un pueblo-. Partías, partías,
y yo te acompañaba en el alma,
rosa de los vientos reencontrada.


XXVI

Puede ser, puede ser: por un tiempo
trabajaré con un solo ojo, y
te miraré cruzando de nuevo
por los lugares de cada día,
un poco velado por las nubes
de mi ojo inerme. Pero mi ojo bueno
ya ve el mundo con claridad
de viejo niño, y los colores nuevamente
surgentes son la gloria de la materia
tanto tiempo ignorada por mí,
y también, por qué no, 

el amado naranjo en flor

XXVII

Alcémonos, tú y yo. La luz sin llegar
a muerte ilumina el rostro, un óvalo
aldeano que avanza hacia mí
como un sueño sobre el lecho todavía
flagrante. Tan dulce como crueles
las flores amanecen detrás de las ventanas,
espejos de nuestro amor. Las flores,
soberbias de lenguaje, como una herida fresca
apenas sufrida en la noche,
que se aleja de ti, de mí.

Fragmento del poema La casa encontrada.

La casa encontrada. Poesía reunida de Roberto Raschella. Editado por Fondo de Cultura Económica. Se presentará el próximo jueves 31 de marzo, 19 hs. en Eterna Cadencia. Honduras 5574. Buenos Aires.

Tres poetas del Norte (por Alicia Dujovne Ortiz para La Nación)

Leonardo Martínez ;balcón porteño y piedras catamarqueñas






Según la autora de La muñeca rusa, las obras del catamarqueño Leonardo Martínez, del santiagueño Julio Salgado y del salteño Leopoldo Castilla le han devuelto "el violento deseo de un país, de una región"
Alicia Dujovne Ortiz
para LA NACION

En su insustituible antología Poesía del Noroeste argentino. Siglo XX , publicada por el Fondo Nacional de las Artes en 2003, el excelente poeta salteño Santiago Sylvester nos relata una historia que ya se ha vuelto universal: la de una poesía que, partiendo del apego a los orígenes, concluye, al menos por ahora y salvo milagro, en un corte tajante.
La antología está dedicada, como no podía ser menos, a los tres grandes maestros Raúl Aráoz Anzoátegui, Jorge Calvetti y Manuel J. Castilla. Nombres entrañables, así como también lo fueron los poetas del grupo de La Carpa donde figuraron tantos viejos amigos como Julio Ardiles Gray o Nicandro Pereyra. Hoy resultaría inconcebible un manifiesto como el de ese grupo, dado a conocer en 1944: "la Poesía es flor de la tierra" o "nosotros preferimos el galardón de la poesía buscando las esencias más íntimas del paisaje e interesándonos de verdad por la tragedia del indio". Inconcebible porque, como bien dice Sylvester, entre nosotros "el golpe de Estado del 76 fracturó con un antes y un después toda la vida argentina", y porque "el hecho de que veamos más o menos el mismo cine, escuchemos músicas similares, tengamos lecturas parecidas, comamos hamburguesas y bebamos (es un decir) bebidas dulzonas y gasificadas, nos aproxima a la posibilidad poética de cualquier lugar".
La alusión a las hamburguesas me parece de lo más pertinente. Si me he volcado a la lectura de algunos poetas del Norte, afortunadamente aún sin desgajar, ha sido entre otras cosas a causa de la más punzante de las nostalgias: no la del bien perdido sino la del nunca gozado. Acepten o no el mote de "regionalistas", que al catamarqueño Leonardo Martínez no le molesta y al salteño Leopoldo Castilla sí, este trío de poetas me ha devuelto el violento deseo de un país, de una región ("después de todo Buenos Aires también es una región", sonríe Leonardo), a los que no he conocido o a los que he llegado a destiempo. Un país o una región donde el sabio sabor se cocina (¿o se cocinaba?) con la debida lentitud : "Esta fogata es el día con sus miras visión ámbar de un caldero en giros/ hueso de caracú de vaca flaca/ el zapallo borbotea con maíz/ remojado en la vigilia inquieta/ la tripa escalda en anillos de fuego", escribía otro de los inolvidables amigos de aquellos años, tan próximo y familiar que ni siquiera, en su momento, lo leímos con la merecida atención: el desaparecido riojano Francisco Squeo Acuña.
Leonardo Martínez, nacido en 1937, es el poeta umbilical por definición, aunque su fractura natal le haya otorgado una melancolía que paradójicamente acentúa su sentimiento de pertenencia. Toda su poesía es una "novelita personal" deliciosa y terrible. El hijo de un amor inconfesable, criado entre abuelos y tíos sin conocer los nombres de sus padres, ha sabido recrear una mitología familiar basada en una idea madre: el pasado no es tal. Nada se ha ido: "La infancia ha vuelto no tienes miedo/ El sitio permanece/ permanece el día", y también: "La memoria liga y es irrevocable/ Él por siempre está antes y después/ lo amado es amado ahora/ y desde el principio hasta la desolación/ Muertos no podremos olvidarnos/ No hay pérdidas/ La constante generación restaura". O bien:"Lo que fue amado/ quedará para siempre/ junto a la lumbre de los solitarios/ a los trastos machacados de olvido/ [...] todos serán un mármol duro de roer".
De modo inevitable, ese tiempo y ese sitio tan duros de roer nos llevan a las experiencias proustianas de "memoria involuntaria", cuando el buscador del tiempo perdido no recordaba una escena desde lejos sino que, a partir de un gusto o de un sonido, la revivía. Es así como Leonardo Martínez restablece imágenes esplendorosas escritas en un falso tiempo pasado: "Se asaban a la intemperie cantidad de reses en las cocinas hervían los arropes/ [...] los picantes estallaban en la gloria de las salsas / [...] la vida entonces era para siempre". Entonces y ahora: aunque la reminiscencia radiante vaya acompañada por una queja que la agrisa ("¿Pero quién apoya una mano/ sobre la cabeza del niño?"), esa ausencia y ese hueco perduran, tan definitivos como las salsas o como las "tías crespas como gallinas asustadas/ [que] cacarean una moral de sacristanas".
En esta novelita personal que se sigue escribiendo ahí, día tras día, las mujeres representan el papel principal. Son miembros de una alucinante parentela: la niña Alba ("trizaba la vida hamácandose entre el látigo/ y el almíbar de las uvas"), mama Bersabé ("Cuando empezaba a preparar los untos/ y los cocimientos/ mama Bersabé/ entró en un trance/ de resuellos/ de bramidos sin freno"), Dionisia Campillay ("tu aliento rumboso, tu plegaria como un gran lienzo/ de tapiales derrumbados"), María Encarnación ("quedó soltera/ rodeada de santos de palo/ que beatificaron su fracaso/ [?]/ Siguió viva/ cariada y sucia/ con el agrio olor de los sudores guardados/ Pero un buen día se atoró/ Silbaba su pecho/ como si una tropilla de yeguas desbocadas/ le pisara el alma"), o doña Goya ("Denle paso/ Convoca multitud de vientos/ Sólo ella/ erguida como garza/ comienza una larga jaculatoria amortiguada"), o la Delicia y la Esmeralda con "las alcuzas del aceite y del vinagre/ saliéndoles por los ojos", o la tía Isidora que se suicidó una noche de enero diciendo "soy la Señora de los escapularios quemados/ la doméstica del sagrario de las hostias marchitas", o la altiva habitante de la casa amarilla que iba "dejando al pasar/ un halo de suerte torcida" y que "almorzada por un buitre diario/ maduró en el despecho de las sin deseo". Entre este cortejo de mujeres tan solas, la madre que negó al hijo recién nacido, acatando el silencio impuesto por la tradición, ocupa el lugar mismo de lo que siempre queda. La permanencia es ella. La poesía de su hijo la hace renacer pariendo dentro de un presente absoluto en el que "todo fue necesario".
A partir de una óptica muy diferente, la obra de Leopoldo (Teuco) Castilla, nacido en 1947, también nos habla de lo que parece haberse ido y en realidad persiste : "Unos recién naciendo, otros en la muerte, maldormidos,/ nos amanecemos/ aunque nunca llegue el día/. Estamos todos ocupando todo./ No falta nadie/ y sin embargo/ la mesa está vacía". O ese padre muerto y ese hijo vivo que se están "mirando, sonriendo, envejecidos,/ calladitos/ para no molestar a la resurrección". O bien: "Uno y el mismo es el cuerpo del árbol /y el de la luna/ [...] no es extraño que esté la luna/ en el cerebro del observador/ lo sobrenatural/ es haber imaginado que existe la distancia". Poesía reflexiva, conceptual, pero de una potencia y una sabiduría estremecedoras que se apoyan en la certidumbre de la cercanía: "Cuando el poeta mira un bicho -le he oído decir-, él es el bicho".
Para el santiagueño Julio Salgado, nacido en 1944, la "memoria involuntaria" irrumpe sin intermediario alguno: es una imagen inocente y erótica que también excluye la distancia: "Hay un oscuro concepto que deriva de la pregunta:/ ¿el discurso ha sido provocado por la pérdida?". Pura visión originaria ("la poesía precede al hábito del murmullo"), puesta de nuevo ante los ojos con sus "mujeres parecidas a lagartos" ("niña que sostiene la tierra en la mitad de la lengua/ vigila la palidez de los árboles/ el sueño/ de las gallinetas y los sapos a las orillas/ del lago"), y sus selvas con "el fino muslo del pájaro viajando/ entre los espinillos/ la dorada garra de su vista/ con la red de la pulsera en la serpiente" y con "la música de una raíz que sale de la tierra", donde una divinidad inteligente comprende que el impulso de muerte de un niño es el deseo de abolir toda separación.
En un mundo de palabras dispersas, Martínez, Castilla, Salgado y varios otros a los que la injusticia de la enumeración deja, por esta vez, de lado, nos reconcilian con la posibilidad de una poesía agarrada con uñas y dientes a lo más crujiente y sustancioso del hecho de vivir. Si la región es paisaje y es lengua, entonces son regionales pero no paradisíacos, ni ingenuos, ni mucho menos "falsos folkloristas", como decía el manifiesto de La Carpa. Son universales porque son grandes, porque la poesía los ha tocado de verdad, y son, por eso mismo, "resueltamente modernos", para citar a Rimbaud, pero han tenido el coraje de no desgarrar la trama en la que fuimos entretejidos de una vez por todas, sean cuales fueren las insulsas comidas de un tiempo sin picantes en las salsas del alma.

lunes, 21 de marzo de 2011

Algunas (IN)definiciones sobre la poesía

Javier Galarza nos acercó este invalorable material al grupo de Facebook.


«Un mismo interrogante nos iguala, una misma palabra herida»
—Edmond Jabès, en homenaje a Paul Celan—


«Todo en el mundo existe para convergir en un libro»
—Stéphane Mallarmé—


«Sea yo desterrado/de toda verdad!/¡Sólo loco! ¡Sólo poeta!»
—Friedrich Nietzsche—


«Hasta el fondo de lo desconocido para buscar lo nuevo»
—Charles Baudelaire—


«Queremos explorar la bondad / comarca extensa donde todo calla»
—Guillaume Apollinaire—


«...Dar un sentido más puro al habla de la tribu...»
—Stephane Mallarmé—


«A menudo es preciso callar: faltan nombres sagrados»
—Friedrich Holderlin—


«Poesía: lo fatalmente único del lenguaje»
—Paul Celan—


«Esa larga y prolongada vacilación entre el sonido y el sentido»
—Paul Valery—


«El habla cotidiana es un poema olvidado del que apenas percibimos un eco»
—Martin Heidegger—


«La poesía también fue, la poesía también es, un llamado en la noche»
—Juan L.Ortiz—


«La Poesía es la religión natural del hombre»
—Novalis —


«Nada de ideas sino en las cosas»
—William Carlos Williams—


«Poéticamente el hombre habita esta tierra»
—Friedrich Hölderlin—


«Sé siempre poeta, aún en prosa»
—Charles Baudelaire


«El canto es existencia»
—Rainer Maria Rilke


«Al principio fue un estudio. Escribía silencios, noches, anotaba lo inexpresable. Fijaba vértigos»
—Arthur Rimbaud


«La poesía resulta de la violencia hecha al uso cristalizado de la lengua»
—Jacques Lacan—


«El poeta es un pequeño dios»
—Vicente Huidobro—


«La voz del nuevo poeta debe ser más poderosa que la bomba»
—Henry Miller—


«¡Torres de Dios! ¡Poetas!/Pararrayos celestes, que resistís las duras tempestades»
—Rubén Dario—


«Ninguna cosa sea donde falta la palabra»
—Stefan George—


«La palabra es ya el olvido»
—Yves Bonnefoy—


«La poesía es la intemperie sin fin»
—Juan L. Ortiz—


«Después que se ha abandonado la creencia en Dios, la poesía es esa esencia que toma su lugar como la redención de la vida»
—Wallace Stevens—


«El deber del poeta es la explicación órfica de la tierra»
—Sthepane Mallarme—


«¿Y qué deseaba yo?/Deseaba un silencio perfecto./Por eso hablo.»
—Alejandra Pizarnik—


«Los poetas son como los sagrados sacerdotes del dios del vino, que de tierra en tierra peregrinaban en la noche sagrada»
—Friedrich Hölderlin—


«el deber
digo bien
EL DEBER
del escritor, del poeta, no es ir a
encerrarse cobardemente en un texto,
un libro, una revista de los que ya
nunca más saldrá, sino al contrario
salir afuera
para sacudir
para atacar
a la conciencia publica
si no
para que sirve?
y para que nació?»
—Antonin Artaud—


«La poesía es el arado que desentierra el tiempo, poniendo al descubierto sus estratos más profundos, su tierra negra». 
-Osip Mandelstam-


«Poesía es fundación del ser por la palabra»
-Martin Heidegger-


«Después que se ha abandonado la creencia en Dios, la poesía es esa esencia que toma su lugar como la redención de la vida».
«El propósito de la poesía es hacer que la vida sea completa en sí misma».
«El poema es naturaleza creada por el poeta».
«La poesía incrementa el sentimiento de la realidad».
«Es la creencia y no el dios lo que cuenta».

Wallace Stevens-

miércoles, 16 de marzo de 2011

Arnaldo Calveyra audiovisual






El proceso creativo de la escritura. La poesía y la cuarta dimensión. Sus libros y lecturas.
Entrevista realizada en 2004 por la Audiovideoteca de Buenos Aires.

Poetas en la red (por Susana Cella para Caras y Caretas)

Vallejo y Girri por Olga Orozco

Mañana 17 de marzo se cumplirá un nuevo aniversario del nacimiento de Olga Orozco. 
Como regalo especial de RP les queremos ofrecer dos reseñas críticas que con el seudónimo de Martín Yanez, la poeta realizó en 1969 para la Revista Claudia.











Poemas elegidos


Es la que sucede en los Poemas elegidos, de Alberto Girri (Losada, 175 págs, 350 pesos). Precedida por un excelente estudio de Jorge A. Paita, esta selección, que comprende poemas de once libros publicados a lo largo de 19 años, muestra la trayectoria de una de las voces más auténticas y originales del panorama lírico de nuestra lengua. Desde Playa sola (1946), hasta El ojo (1964) podemos seguir un itinerario de rigor sin desfallecimientos, sin transitorias tentaciones. Ese difícil equilibrio culmina en una poesía desnuda, ascética, precisa: la palabra se despoja desde el comienzo de toda función ornamental, de toda fácil cadencia, de todo lujo sensual, para asumir su valor de signo exacto, de justa representación.
Adelgazado al máximo por un procedimiento de alquimia primordial que quita al vocablo todo aditamento entorpecedor, toda carga vana, el lenguaje sigue la línea sutil del pensamiento y hasta del sentimiento, se filtra hasta los estratos más profundos y extrae su material nítido y puro en inalterables cristalizaciones.
No se trata de una maestría verbal. A la depuración de la palabra se une la del espíritu, en identidad de tono y actitud. Ambos planean juntos en la enunciación o en la alabanza, en la sentencia y en la admonición. Ambos brillan juntos en un rayo creador y aniquilador, pues un universo se sobrepone a otro en extremo enjuiciamiento.
Tampoco significa frialdad. Si Girri descarta la anécdota, la intercalación narrativa, la peripecia personal, es para identificarse con el hombre -cualquiera sea el nombre histórico que tome-en su impulso hacia lo absoluto; es para asumir el mundo que rueda hacia lo intemporal, porque "el nombre, porque todo nombre es imitación de lo nombrado, limitación de lo innombrado"


VIDA DE POETA

Fue un hombre cálido para unos pocos y huraño para su tiempo, un pesimista en materia amorosa y un insatisfecho de la vida, un militante social varias veces encarcelado y un pensador incomprendido. También, como Lorca, como Martí, empezó y terminó hallando una síntesis vital en la poesía. Su Perú —el Perú de los primeros cuarenta años de este siglo— hizo oídos sordos a sus aullidos. Aunque su producción no fue excesiva como la de Neruda, César Vallejo —que de él se trata— hizo del anonimato corazón y dio a su país algunas de las letras más valientes: un simbólico poemario, "Los heraldos negros" (1918), un arte poético, "Trilce" (1922), testimoniales "Poemas humanos" (1939) que se hicieron eco del sufrimiento español precipitado por la guerra civil. André Coyné, poeta francés y peregrino en diversos países de América, no pudo evitar el atractivo de este raro portavoz al atravesar la pálida llanura literaria incaica. En "César Vallejo" (Nueva Visión, 320 páginas, 980 pesos) penetra en su espíritu, en sus reflexiones. Lo hace con una lupa exhaustiva y una reveladora mirada turística. A menudo se deja sorprender por detalles que los americanos solemos pasar por alto y en los que, sin embargo, reside mucho de la magia y el encanto que envuelven la figura y la obra del comprometido poeta peruano.

domingo, 13 de marzo de 2011

dos poemas inéditos de Joaquín Valenzuela









no voy a comer con pan
ahora que hablo con cenizas
ni tejado que arda ni pared presente
acá voló demasiado fruto y cayó 
pera madura

en un tiempo

en cuatro: 
admisión compresión
ignición escape y hubo 
aún comprensión comidas a 
deshoras una alta verborragia 
va quemada
no arde 
no calienta
siento y sube 
en fin:
la boca se hizo polvo




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corrí antes del agua que traía
la ternura hecha trueno
si en las mantas en las bolsas de
ropavejerismo no queda piel
no habrá registro
nada resultará paper de recuerdo

lo que se hizo qué se hizo del
tercero en la discordia: un sólo
diente que abrelata los pechos
arranca
la soga del aguante y
viceversa vísceras grillos
en los bigotes de la escoba

;
vuelvo enseguida,
dejo en vez de mí eso que parece
una muñeca del decir

no es porcelana
se adaptará bien a tu niña
y que la lleve la traiga de
patas arrastrada

rayada en tierra por causa
de lapicerías u
otros problemas de entrecasa

no del todo carne a cuenta
un nuevo plástico me avanza






Joaquín Valenzuela Bellocq nació en Dolores, provincia de Buenos Aires, en 1971.Publicó Actividad física y doméstico en Ediciones en Danza y ha tenido la gentileza de cedernos dos poemas de su nuevo libro. 


Su blog: 

y otras cosas increíbles:



jueves, 3 de marzo de 2011

Detectives de librerías II: Hoy JUANELE libros en Zárate


En la flamante JUANELE libros (Andrade 59 / Zárate) la poesía ocupa gran espacio. Allí podemos ver libros como La piedra alada / José Watanabe, Las linternas flotantes / Mercedes Roffé, Chicos índigo / Alejandro Méndez, Ciudad gótica / María Negroni o La dicha / Irene Gruss entre muchos otros del sello Bajo la luna


Si seguimos recorriendo la sección nos encontramos con Los V latinos / Catulo, Ausonio, Pentadio, Marcial y Claudiano, Ultima poesía argentina , Argentarium / Ezra Pound , La selva fría  / Silvia Castro y tantos otros títulos de Ediciones en Danza


También podemos acceder al catálogo de clásicos de Losada; Federico García Lorca, Alfonsina Storni, Miguel Hernández, Rafael Alberti o Walt Whitman y a muchos de los títulos de Colihue, de la colección de poesía musarisca como Crónicas del forastero de Jorge Teiller.

JUANELE, atendida por sus dueñas, Pili Marinelli, Soledad Abril y Luisa Sorolla, abrió sus puertas el 18 de febrero. Les deseamos muchísima suerte e invitamos a los lectores de la zona y por qué no, a quienes vayan por allí de turismo a recorrer este punto de encuentro con la poesía.

miércoles, 2 de marzo de 2011

El lector oculto

Otras librerías han sido observadas por nuestros amigos de Regale Poesía, lectores que podrían resolver cualquier crimen.

"Esta tarde me llevé una gratísima sorpresa. Hice un vuelo rapaz por las mesas de la Librería Cúspide del Village Caballito (Av. Rivadavia 5100).  Pasos antes de emprender la retirada, recordé la invitación detectivesca de Regale Poesía. Di marcha atrás y me fui al estante de Poesía. 
Mi sorpresa fue encontrar que hay disponibles más de un estante, son tres los dedicados a la Poesía. Después, investigué y encontré (creciendo más mi asombro) ejemplares de: Juana Bignozzi; la "Poesía Completa" de J. Fijman; "Violín y otras cuestiones" y "Dibaxú" de Juan Gelman; Enrique Molina; la Obra Completa de Paco Urondo; "Aullido" de Alan Ginsberg; "Narraciones y Poesía" de Julio Cortázar; libros de Marosa Di Giorgo; la "Poesía Completa" de Alejandra Pizarnik y Joaquín Giannuzzi. Lindo variopinto poético, verdad?... Para la próxima, prometo foto". Firmado: Noemí Fiumara.

Por nuestra parte, seguimos el recorrido por la Av. Corrientes. 


Librería Aquilea
Av. Corrientes 2008
Tel. 4951-0831

Atendida por su dueño, el poeta Hernán Lucas, tiene una interesante sección de poesía. Allí encontramos varios libros de las editoriales Tierra Firme y de Huesos de Jibia, entre otras editoriales independientes de poesía. Lo importante: ¡¡excelentes precios!¡ Para ir a revolver con tiempo.


Librería Saturno
Av. Corrientes 1800


Nos encontramos con un descuento del 30% en los libros de poesía y con ejemplares inhallables en otros sitios.