martes, 26 de abril de 2011

Javier Adúriz ( 1948-2011 )

Piercing

1.
Hijo, qué sorpresa me das
con ese sólido arito colgándote del iris.
Pasear un cuerpo atado a las pulsiones
es inquietante sí, por lo que sabe
a revuelta generacional...
Lo nuestro fue más ensoñado siempre.

¡De verdad!, no creo que hayamos sido
unos ilusos mejores o peores. Que yo sepa
el sol salía igual que para ustedes
mientras el mar batía los acantilados.
Fuimos masacrados nada más.
Quiero ser directo, disculpame.

La diferencia radica tal vez en los matices.
Como ayer, la historia hierve como ácido.
No te rías. Por qué buscar solución
en la materia, si la cuestión del espíritu urge.
Pero es cierto, no tenemos casi derecho a importunar:
la ley del fracaso no levanta la voz.

Aun así, guarda un vago consuelo
sostener pensamiento sobre casi todo.
Opinar fue la forma de ser libres. Sí,
más mentira para más verdad...
No me pegues. Nadie te quita la palabra
aun cuando sea tan gestual lo tuyo.

Y no sabés, querido, cuánto reconforta
que hayas resuelto confiarme el sueño.
..........Aplicarte un ancla en el escroto
no suena nada mal, habida cuenta
que parece otro gesto sobre el aquí y ahora,
esta turra injusticia que nos ahoga a todos,

eso tanto más viejo que nosotros,
que vos y yo.


2.
Viejo, siempre en estado de pancarta.
No entendés nada. (Tampoco hay tanto
que entender, poner el cuerpo nada más.)
Me hablás de espíritu. De qué espíritu
hablás. ¿No ves que eso de ser libre
brilla sólo en tu baldosa? ¿No ves
la radiación por todas partes?
Vivís entre abstracciones. No quiero ir
a tus libros ni al pasado. Entre otras cosas
porque ahí estás vos y tu ficción
de perdedores. No quiero terminar
llorando y ¿sabés?,
me voy a perforar el cuerpo y pintar
la carne hasta que se me dé la gana.
                       Digo,
¿por qué no fumamos uno de los buenos
y la seguimos disueltos en el humo?


Javier Adúriz (Buenos Aires, 1948-2011). 

Del blog de Griselda García

lunes, 25 de abril de 2011

Adiós Gonzalo Rojas





80 veces nadie


Habrá viejos y viejos, unos
vueltos hacia la decrepitud y otros
hacia la lozanía, yo estoy
por la lozanía, el cero
uterino es cosa de los mayas, no hay cero
ni huevo cósmico, lo que hay en este caso
-y que se me entienda de una vez- es un ocho
carnal y mortal con mis orejas de niño para oír el Mundo,
        un ocho
intacto y pitagórico, mis hermanos
paridos por mi madre fueron ocho, los pétalos
del loto, la rosa de los vientos, lo innumerable
de la Eternidad, mi primer salto al vacío
desde el muelle de fierro contra el oleaje, ahí voy. Difícil
ocho mío nadar con este viejo a cuestas.

Así las cosas, ¿nos entonces vemos
el xxi? Los
verdaderos poetas son de repente: nacen
y desnacen en cuatro líneas, y
nada de obras completas,
                                                                otros
entreleen a su Homero por ahí en inglés entre el ruido
de los aeropuertos a falta de Ilión,
                                                                        Hölderlin
fue el último que habló con los dioses,
                                                                                yo
no puedo. El Hado
no da para más pero hablando en confianza ¿quién
da para más?, ¿el aquelarre
de los nuevos brujos de la Física?, ¿el amor?, pero
¿qué se ama cuando se ama?, ¿las estrellas?, pero ¿quiénes
son las estrellas profanadas como están por las
máquinas del villorio?

                                                        Lo
irreparable es el hastío.

jueves, 14 de abril de 2011

Dos poemas de José Campus

Gracias al trabajo de Adrián Campillay en su blog http://siglocampus.blogspot.com/, a la increíble red de Sergio de Matteo y a la generosidad del Chiro Pérez, Regale poesía ha llegado a este maravilloso poeta sanjuanino:

José Campus




EPITAFIO

vengo
de calles
con árboles de hojas asustadas

estamos,
vida,
donde nadie,
sabe nuestros nombres.

donde no lastiman los recuerdos,
y la semilla
germina
sin cansancio.


AYER FUE TIEMPO

Ayer
fue tiempo
donde
germinó la espina.

Verde
la afiló
el viento.

Maduró en la sangre
apurando
la lágrima rebelde.

Agujereo la piel.

Se incrustó
en el hueso.

Dolor
acostumbrado
hurgando
en la vena de la angustia
desde entonces,
cuando
chuza orgullosa
partía el aire
y pecho ofrecido.


Hizo hueco
el hombre hierro
madera
cal,
peón
de ajedrez triangular
debilitando pretensiones
con lenguaje
de cuchillos y de pólvora.

Lo empuja
el grito.

Cruza.

Trepa alto.

Vuelve
en ecos incansables.

Estremece
conquistada fibra.

Voces pálidas
fiebre
derritiendo los cerebros
le puso
la guerra entre los dientes.

Enhastó
igual bandera
limando
la áspera armonía
de su suelo.

Jineteando
caballos azules
pisó raya
en veredas coloradas.

Ardido de soles
hizo píe.

Amasó barro.

Hundió su rancho
en el paisaje.

Aprendió
idioma de urnas
con guitarra
y vino
derramado en los manteles.

La palabra
repetida caía de la boca.

La esperanza
bailoteaba entre la zamba
y se pegó en las paredes negras.

...y vio
pueblos
llegando
por sus calles.

Lo nombraron
voces apretadas.

Se encontró poco.

Lejano de camino.

Los unió
danza y humo.

Amor y canto.

Y fueron
manos
dispuestas a manceras
clavando reja
en la cáscara sedienta.

Los surcos
se humedecieron
de siembra.

Sintió
dolor de tierra
pariendo espigas.

Sembró trigo.

Comió piedra.

Ayer
fue tiempo
donde
germinó la espina.

Cruje
en la carne seca.

Corta el grito
en las telas profundas
agotando
la escupida.

Penetra
en los grises del destino.

Encuentra
jotes
revolviendo cielo.

Ancha
es la hora de la espera
peregrino
del tiempo
y de la lágrima.

Caminante
seco
de aire
y luz
con silencio
apretado
en cada ojo.

Sombra
ahogada de sombra.

Opaca
música de otoño
apuntalada de historia.

Ayer
fue tiempo
donde
germinó la espina.


. . . y de aquella
montonera
y lanza.

Nervio
y voz.

Pala
y hacha,
quedó
la masticada chilca
como risa mezclada en la saliva.

Y allí
donde tienen latido los terrones
el sol
está quemando los huesos
y la manos.

El ave
olvida la lombriz arrancada.

Ya hay baldío
llenándose de latas

y de pájaros muertos



José Campus D. nació en San Juan, enero de 1930. Estudios primarios, secundarios y teatro, los realizó en su provincia. Como actor, formó parte de distintas compañías circenses recorriendo gran parte del país. Como director teatral, dirigió varios grupos de teatro, tanto en San Juan como en Río Gallegos, Provincia de Santa Cruz. Obtuvo premios a la mejor dirección, en dos oportunidades. Escribió poemas, cuentos y teatro. En cada una de estas disciplinas, fue merecedor de primeros premios.
Publicó los libros "Quiero" (1962),"Marrón anterior" (1967), "Ayer fue tiempo y otros poemas" (1968),"Abigail" (1971), "Los libros de José Campus - Antología" (1994), el cual contiene -además de su obra editada con anterioridad- obra hasta ese momento inédita como es el caso de los libros "Entre cuatro paredes" (1990), "Cuentos de amor y magia" (1992) y sus obras de teatro. En 1998 aparece su libro"Textos de un caminante", seguido de "Apuntes", 2001. En septiembre de 2005 se publica "Volumen 3", su tercer libro de cuentos. Trabajos suyos ioncluidos en antologías referidas a su región.

En 1998, fue declarado Ciudadano Ilustre de la Ciudad de San Juan.
La U.N.S.J lo distinguió por su labor como poeta, dramaturgo y director teatral.

Falleció en San Juan en septiembre de 2009.

martes, 12 de abril de 2011

Canción de amor para Raúl Gustavo Aguirre (Jorge Aulicino)









POEMA DEL LIBRO DEL ENGANO Y DEL DESENGAÑO
Canción de amor para Raúl Gustavo Aguirre

Si un hombre al cabo de intentarlo, de asustarse,
de ajustarse el reloj pulsera, de conservar
el lugar, el modesto empleo que financia
la publicación de asuntos que no interesan a nadie,
corrige, pule, y de improviso,
la verdad se hace evidente, y es moral,
una verdad callada y sofrenada,
una verdad aplastada por expedientes, conversada
en ratos de madrugada, en bares majestuosos
y a la vez pulidos y disecados por la mañana;
no importa
si no fuiste monstruo, como rimbaud, como los verlaine, como los poe, los artaud,
si fuiste un hombre de sal y de sol, de internaciones y debilidades,
de pasar y ribetear, ¿cómo eras, Raúl, en verdad? Qué importa,
qué importan los genios y sus continuas revelaciones,
qué importa el sol insoportable, qué importa el verano en Buenos Aires,
qué importa el empleo oficial, el hombre que tomó subtes y trolebuses,
si una noche,
si una larga noche aburrida, si una de muchas noches fundidas en una,
en la cocina o el comedor de tristes porcelanas,
escribiste No importa que no haya solución para nadie ni perdón para nadie,
si al fin estás solo en las salinas de la madrugada haciendo todo lo posible
para que esos rostros queridos no se hundan en los rápidos de la nada.
Como hizo hoy una persona amada, evocando las palabras de su padre,
el modo en que su padre bailaba o la miraba… Qué esfuerzo titánico hace cada uno
para que la épica contenga a los que ama, para que no sean olvidados,
para que brillen en su majestad los gestos fuera de la utilidad,
destellos del universo en los seres amados.




Jorge Aulicino nació en Buenos Aires en 1949. Integró en Buenos Aires, en los 70, el grupo y taller literario Mario Jorge De Lellis y fue parte del Comité de Dirección de Diario de Poesía en los 80. Trabajó en agencias noticiosas y en distintos medios gráficos. Es subdirector de la revista cultural Ñ, de Clarín, diario en el que fue además editor en las páginas de Cultura, Arte, Sociedad y Ciencia. Tradujo a Cesare Pavese, Pier Paolo Pasolini, Guido Cavalcanti, Dante Alighieri, John Keats, Ezra Pound, Marianne Moore y Frederick Seidel, entre otros autores. En 2009 editó en esta misma editorial Argentarium, una selección de los poemas cortos de Ezra Loomis Pound, traducidos por poetas argentinos.
Ha publicado, desde 1974, los libros de poesía Vuelo bajo, Poeta antiguo, La caída de los cuerpos, Paisaje con autor, Hombres en un restaurante, Almas en movimiento, La línea del coyote, Las Vegas, La nada, La luz checoslovaca, Hostias, Máquina de faro, Cierta dureza en la sintaxis y Memoria de Garbeld (Ediciones en Danza, 2010)