miércoles, 22 de junio de 2011

El libro de los espejos (Alejandro Calabrese)

                                                    Medusa. Arnold Böcklin




162. La unidad no puede asirse o deslizarse en un espejo. Pero dos espejos juntos forman un animal predestinado a una memoria infinita.

171. Delante del espejo, todos los seres llevan en sus brazos la sombra, y en sus espaldas la luz.

323. Oh espejos navegantes. En la vida idéntica, reabren la mirada; en la aproximación del cristal y la bengala, alcanzan resplandor: en la abundancia del lino comunicante, del fósforo y el sílice cautivos de la piedra, del agua especular y de la quemadura.

394. El alma humana es espejo para el tacto.

599.Los espejos necesitan un recinto en el que ejercitar la única forma de amor que conocen: el insomnio

792. Ningún jardinero debe regar de espejos el césped, cuando un alud de luz brota de los silabarios del cielo, porque eso constituye la anestesia ideal para el chirriar irascible de los pájaros.

1099. Solamente el espíritu de los espejos tiene un nombre. Para pronunciarlo y comprenderlo es preciso volverse niño, y sufrir las violencias de la ambigüedad, en el viejo hibisco sonámbulo de la infancia.

de "El Libro de los Espejos" Alejandro Calabrese. Ediciones Ultimo Reino, 2009.

viernes, 17 de junio de 2011

Poema para ser leído en voz alta por el Barbado Muñoz (Miguel Gaya)







Poema para ser leído en voz alta por el Barbado Muñoz

Olvida la piel nacarada de las ninfas del bosque.
Olvida el cuero moteado de los chanchos salvajes.
Que se pierdan todos ellos en la espesura.
Tu piel es la de los perramus percudidos que se cuelgan en las esquinas de adoquines mojados
Para espantar los autos de la muerte que te rondan como escarabajos gigantes.

Olvida los bosques, las montañas, los lagos.
Olvida los campos sembrados y los mares azules.
Del mar océano comprendes sólo la furia de Ahab
Y si acaso, a los piratas.

Lo tuyo son las ciudades.
Las ciudades de los hombres
Donde eliges siempre casas viejas
En las que tus risotadas puedan venir rebotando
Por las habitaciones.
Allí habitas. Allí vuelves
Después de pasearte por las calles como príncipe del exilio
Con magníficas capas de sombra y sortilegio.

Olvida el aire puro de las montañas, el leve rocío de las prímulas.
Tu aliento no es de ajonjolí.
Llevas contigo un aliento como de animal de pelo en las orejas
Y las mujeres que te rozan sienten el asalto de una íntima conciencia de ser presas con sangre y vísceras.
Olvida las familias.

Olvida las familias y las buenas conciencias.
Déjate cercar por los niños que te reconocen como uno de ellos
Y olvida que serán adultos.
Cuéntales historias que los dejen
Con los ojos abiertos para siempre.
Abre los ojos de los demás
Que ese es tu sino.

Porque tuyo es un reino
Que todos desconocen e intuyen
Sólo por las riquezas que expandes
Cuando caminas.

Cuando caminas
Nada te es ajeno
Nada te arredra y del vasto mundo
De todos los sonidos del vasto mundo
Eliges
La palabra
Manjar.


Miguel Gaya
(poema inédito)