domingo, 8 de abril de 2012

Cadencias, una lectura sobre el libro de Valeria Cervero (Javier Galarza)







Lo que sigue es una lectura de Cadencias, el libro de Valeria Cervero, a través de las siete palabras que dividen las agrupaciones de los poemas: laberinto - espejos – guía -  abrigo - juegos- lengua- duración.
La figura arquetípica del laberinto suele introducirnos
en un dilema tan mítico como existencial, «como en el viento/ el día afuera del ser/». Aún así se vislumbra una salida: «caminos sin cuándo/ y una voz/ que guía/ desencuentros/ en el final de cada cuerpo».
Los espejos son ese espacio de alienación donde el sujeto se constituye desde fuera (Lacan), donde «Yo es otro» (Rimbaud), donde según Borges «los espejos y la creación son abominables porque multiplican el número de seres». En Cadencias los espejos y su «imagen precipicio» y algo que llama a callar: «días en que sólo soy un silencio. /
este». Ante la intemperie que propicia el poema necesitamos abrigos momentáneos, cobijos parciales, donde una palabra se hace guía o hilo de Ariadna para salir del laberinto: «la madrevoz advierte…/  y decidís tucuerpo/ aunque desmadre»
La lección del juego es la instancia más alta en la filosofía de Nietzsche o Bataille: «frente al pequeño respiro azul/ en el espacio/ sin espejos/ sólo se puede/ ser/ el propio ausente/ olvidadiós».
Juego del carretel donde la destrucción del dios gramática nos posiciona en un nuevo lugar en tanto usuarios de la lengua: «tar tamu deces/ siempre/ pequeña imagen/ sindecir a menos que/ Espanto/ irrumpa».
Y pese a que «apenas partimos / y casi creemos decir lo nuevo/ pero solo decimos/ nuevamente», es la poesía lo que instaura un nuevo discurso, un nuevo emplazamiento, una nueva posición en el mundo.
Queda una última instancia: la de la duración.
Somos temporales y en tanto haya un final, habitar o vivir es imprescindible: «un pacto/ pleno/ de estar// ahí».
Javier Galarza

martes, 3 de abril de 2012

Dos poemas de Gustavo Roldán (1935-2012)


Gustavo Roldán escribía maravillosas historias para chicos, era carpintero y mago. Estaba siempre dispuesto a brindarse, a compartir, a visitar escuelas públicas, a contribuir para que este mundo sea más hermoso y más justo.
Hace muchos años, sabiendo que lo mío siempre sería la poesía, desempolvó un librito escondido de ediciones Argos y me lo regaló.
Comparto con ustedes dos poemas de Balada del aullador (1993)

Disfraces

Escondo el animal
lo disimulo
lo encadeno a la pena
de un pantalón y una camisa
ahogo los aullidos
debajo de la almohada
en la mitad de la noche
cuando es más larga la ausencia
No es fácil para un lobo
sobrevivir en medio de la gente.

1976/1990

Tras el bolsillo de la camisa
lo escondo y lo alimento
como a un suave animal
una pequeña bestia
sin uñas ni colmillos
pero con odios
a prueba de fuego
del tiempo
de la lluvia
que no quiere olvidar
que si los años pasan
y los muertos siguen muertos
las cenizas
todavía
no han aparecido.